Parte IX (2000-2019 bis)
Parte IX (2000-2019 bis)
Para contactar a los autores escribir a:Fernando Bogado fernandobogado@outlook.com
Juan Manuel Lacalle
lacallejuanmanuel@gmail.com
Mariano Vilar
frioconbotas@gmail.com
Tres años más tarde...
Con la reapertura de la biblioteca y la posibilidad de acceder a los archivos decidimos retomar la pesquisa. Hoy completamos el recorrido por los programas de las asignaturas directamente ligadas a la teoría literaria en la Universidad de Buenos Aires. Lo que sigue promete ser un presente más federal: evitaremos las precuelas y los spin-off para concentrarnos, de una vez por todas, en el ahora.
En esta última parada repetimos el período de la vez pasada, pero nos dedicamos al recorrido por las cátedras de Teoría Literaria II y III. Para esta ocasión conversamos, café mediante, durante la tarde del 3 de agosto con Martín Kohan, a quien agradecemos su amabilidad y buena predisposición (ver entrevista). [1]
La producción de libros y artículos de teoría en estos tres años es abrumadora. Les dejamos aquí una selección un tanto caprichosa para quienes quieran seguir indagando. Como anticipo de la expansión que viene incluimos la consideración de un volumen publicado este año: Teoría en tránsito. Arqueología de la crítica y la teoría literaria españolas de 1966 a la posdictadura, de Max Hidalgo Nácher, se enmarca en la colección Los estudios literarios en Argentina y en España. Institucionalización e internacionalización. Por otra parte, Ezequiel Saferstein y Peggy Levitt (2022), con un aporte cuantitativo, amplían el corpus de programas de teoría hacia las universidades de La Plata, San Martín y Tres de Febrero a partir del interrogante sobre cuán global es la formación en los estudios literarios y con el foco en la procedencia geográfica e idiomática de los autores y sus vinculaciones institucionales o editoriales. Nos consta que en otras latitudes se están produciendo investigaciones similares, como el trabajo de Bret Leraul de Bucknell sobre la literatura argentina contemporánea, su institucionalidad en la universidad y la evolución del canon de la teoría literaria a través de los programas. También con el ojo en la programática, pero enfocada en otro objeto, Victoria Scotto de La Plata investiga las materias de Filología Hispánica, Dialectología, Filología Latina y Filología Griega entre 1973 y 1989. Pablo Bardauil se encuentra desarrollando una tesis doctoral sobre los usos del formalismo ruso en la crítica argentina. Natalí Incaminato (2019) dedica un artículo a la presencia de Jacques Derrida en las clases de Josefina Ludmer de 1985 y en El género gauchesco. Sirva este punteo desordenado como fomento de las conexiones y a modo de difusión.
En este tiempo se ha publicado una profusa cantidad de libros sobre teoría literaria: Multiversos (2020), del Grupo Luthor, sobre teoría de los mundos ficcionales; Nicolás Garayalde, coautor de Por una crítica intervencionista (2021), dialoga con Luthor en el presente número; también en 2021 han salido ¿Qué será la vanguardia?, de Julio Premat, y La vanguardia permanente, de Martín Kohan. Nora Domínguez, entrevistada en esta misma serie de artículos, presentó El revés del rostro. Figuras de la exterioridad en la cultura argentina (2021), y Fermín Rodríguez Señales de vida. Literatura y neoliberalismo (2022). Como coronación de esta enumeración, el día siguiente al cierre de este artículo se realizará la presentación en Argentina de la traducción del Sans objet de Annick Louis, Sin objeto. Por una epistemología de la disciplina literaria, que fuera reseñado en esta revista.
El 22 de febrero de 2022, la Biblioteca del Congreso de la Nación organizó un Homenaje a Oscar Blanco, docente de las Teorías II y III, quien falleciera este año tras jubilarse en 2020. Vaya aquí también un reconocimiento a su trayectoria y su labor académica.
Antes de focalizarnos en los programas, quisiéramos realizar un comentario sobre el final. El programa de Teoría Literaria III de 2019 lleva a cabo un tentador recorrido por figuras de la teoría argentina desde mediados del siglo XX hasta la actualidad: Viñas, Barrenechea, Jitrik, Rosa, Sarlo y Ludmer. A este listado podría sumarse Ricardo Piglia, pero quizás su ausencia responda a que, como comentamos en otras entregas, su aporte en las clases se vio restringido a seminarios. De cualquier modo, este trazado emerge como una posible síntesis de lo que fuimos transitando en esta serie de artículos. Los programas de teoría vuelven sobre su propia historia.
And the violence
caused such silence
The Cranberries, Zombie
Las primeras dos décadas del siglo XXI contienen los últimos años del dictado de Teoría Literaria II a cargo de Ana María Zubieta. En 2020, en plena pandemia, se hará cargo de la cátedra Martín Kohan. [2]
Los programas iniciales de esta etapa tienen bastante en común con los que analizamos en la Parte VII de esta serie: una fuerte presencia de Walter Benjamin (2001 está enteramente dedicado a su obra); reflexiones sobre la cultura popular y la cultura de masas; y una dedicación especial al problema de la lectura, principalmente a partir del abordaje de la Escuela de Constanza.
Desde 2005, y luego de que la materia no se dictara por un año, se introduce un tema diferente que tendría gran repercusión en el trayecto de la cátedra: lo indecible y los relatos de la violencia a partir de la interpretación de Giorgio Agamben en Lo que queda de Auschwitz (1998) y Estado de excepción (2003). Esto permite la inclusión de Hannah Arendt, Primo Levi y textos de Paul Ricoeur sobre el testimonio. En años posteriores también se sumaría “Imágenes pese a todo” de Didi-Huberman, que sigue figurando en los programas más recientes.
Tal como vimos en la Parte VIII, Agamben haría su desembarco en Teoría y Análisis Literario “C” pocos años después, en 2007. Para quienes cursamos la carrera en este período, no hay duda de que este autor era percibido como un continuador de la teoría crítica tal como había sido formulada en el contexto de la Escuela de Frankfurt. Su estilo ensayístico y el tenor político de muchas de sus propuestas permitían que se lo leyese como un Walter Benjamin actualizado o, quizás, como una síntesis de Benjamin y Foucault. El hecho de que en los últimos años haya demostrado ser un ferviente crítico de la intervención de los Estados para frenar la pandemia de coronavirus (a la que consideró una mera gripe pese a que estaba causando la muerte de muchos) puso en escena ciertas tensiones internas que atraviesan los estudios de enfoque biopolítico.
Más allá de Agamben, las problemáticas de la memoria, la violencia y el testimonio reaparecerán en diversas oportunidades en Teoría II y se convertirán casi en parte de su ADN. [3] Muchos programas de la primera década del siglo XXI no especifican cuáles serán las lecturas literarias, pero en otros se observan las menciones de Jorge Semprún (La escritura o la vida), Silvia Molloy (El común olvido) y Luis Gusmán (Villa). La relación entre la dictadura del 76 y el genocidio nazi es puesta en escena una y otra vez. No casualmente, Ana María Zubieta publica en 2009 De Memoria. Tramas literarias y políticas: el pasado en cuestión (ver reseña), una compilación de artículos sobre estos temas en la que participa la mayoría de los integrantes del equipo.
Tiempo después, en la fundamentación del programa de 2018, se verá formulada explícitamente esta conexión entre modernidad, horror y teoría:
El Holocausto fue tanto un producto como un fracaso de la civilización moderna: en los campos de concentración todo se ejecutó de forma moderna, es decir, racional, planificada, científica, coordinada, experta y eficientemente administrada. La crítica de la literatura, que se propuso narrar los hechos cruzados por la conjunción de memoria y violencia, es deudora de gran cantidad de conceptos emanados de ese manantial teórico.
Para esta ocasión consultamos a Ana María Zubieta sobre el surgimiento y la permanencia de estas temáticas en los programas de Teoría II y nos respondió con estas palabras:
A partir del año 2007 nítidamente, aunque ya había sido incluido en programas anteriores como el del 2005, el problema de la memoria, de los modos de narrar el pasado, de la reaparición del realismo en la escena literaria y en los debates fueron temas recurrentes en los programas de Teoría literaria II. Y así entró también la preocupación por la relación entre memoria y violencia y con los hechos traumáticos del pasado (el Holocausto o la dictadura militar argentina) por lo cual la presencia de autores clásicos como Hannah Arendt o relativamente nuevos como Giorgio Agamben formaron parte del marco teórico con el cual abordar la literatura. Este interés fue multicausal: personal por la aparición de la novela Villa de Luis Gusmán, una de las mejores escritas sobre la dictadura, un reverdecer de la memoria y el pasado que pareció opacar la idea moderna de futuro, encuentros internacionales coincidentes y una voluntad grupal de la cátedra por abordar dichos temas.
Sin embargo, no todo es violencia y biopolítica. En 2011 se dicta por última vez el programa sobre teorías de la lectura, con el título “La lectura como experiencia: problema teórico, práctica social y apropiación crítica”. El tópico tan benjaminiano de la experiencia tiene preeminencia sobre el de la lectura en la fundamentación, pero la Escuela de Constanza se ubica en la tercera unidad con sus representantes clásicos (Hans-Georg Gadamer y Hans-Robert Jauss), acompañada por la hermenéutica de Ricoeur. En la cuarta unidad se agrega el aporte de Roger Chartier sobre la historia del libro. Ni Agamben ni Benjamin figuran aquí.
No está fuera de lugar observar algo que también es perceptible en muchos programas de Teoría Literaria III: existe una clara tensión en estas materias entre una articulación monográfica en cada programa, más similar a la de un seminario, y la tendencia a la sucesión de temas y autores vagamente unidos por una temática de un nivel de abstracción o generalidad considerable. El problema de la “subjetividad”, vale decirlo, da para todo. Obsérvese el puntapié de la fundamentación sobre este tema en 2014: “Podría decirse que quizá el sujeto a través de la categoría de autor y personaje sea una central en los estudios literarios desde tiempo inmemorial además de serlo en las reflexiones filosóficas e históricas a de la Modernidad”.
Las vanguardias y la relación entre literatura y política ya eran intereses de los programas de los 90 y continúan emergiendo con cierta frecuencia, a veces como ejes independientes y otras insertos en programas de orden más general. A la bibliografía más o menos tradicional se le suman en 2009 El siglo (2005) de Alain Badiou (que se verá en la Teoría y Análisis Literario “A” y “B” de años posteriores) y Volverse público (2010) de Boris Groys (autor que también pasaría a leerse frecuentemente en Teoría Literaria III).
El programa de 2015, sin apartarse excesivamente de la tradición de la cátedra, pone el acento en un eje distinto: “El placer, el amor, el cuerpo y el sexo. Representaciones literarias, aproximaciones teóricas”. Indudablemente se trata de un cambio con respecto al énfasis en la violencia y los relatos del horror indecible. No obstante, la biopolítica mantiene su protagonismo. Mediante Paul Preciado se discute la pornografía, el travestismo y el contra-poder de los cuerpos y la transgresión, tópicos frecuentes en el panorama teórico contemporáneo.
No es fácil asegurar que exista una concordancia subyacente a estos tópicos más o menos recurrentes. Quizás no tenga por qué haberla. Es bastante evidente que reflejan, por un lado, las líneas de investigación de los y las docentes de la cátedra en su composición entre 2000 y 2019, y por otro, ciertas tendencias generales de la teoría literaria (dentro de las que se destaca la biopolítica). El listado de unidades del último programa de este período, el de 2019, pone en evidencia ambas cosas: experiencia, mirada, cuerpo, violencia, crueldad y cultura de masas. Hoy por hoy, los programas monográficos solo aparecen en seminarios y en las literaturas. Si la pregunta por lo específico de lo literario sigue siendo relevante más de cien años después del texto seminal de Viktor Shklovski, la pregunta por lo específico de la teoría literaria no es más sencilla de responder.
Fuse the two; KAPOW!
What are you now?
You’re the human magic marker, won’t you
please surprise my eyes?
Incubus, Redefine, S.C.I.E.N.C.E.
Sin lugar a dudas el suceso que marca el período 2000-2019 de Teoría Literaria III es la muerte de Nicolás Rosa en 2006. Rosa falleció durante el dictado de la materia, en plena actividad, a los 68 años. Tal como señalamos en la introducción, su obra es hoy objeto de estudio del programa vigente, junto con la de otros exponentes como Barrenechea, Jitrik, Ludmer y Sarlo. Los programas de su etapa final (2000-2006) poseen un énfasis en las literaturas comparadas (recordemos que en este momento Marcela Croce, luego profesora a cargo de Problemas de Literatura Latinoamericana “A”, formaba parte del equipo) y en algo llamado “sociosemiótica” que hoy no resulta tan identificable. Los programas tienen a veces un importante vuelo literario. Obsérvese por ejemplo la fundamentación del programa de 2004:
Toda resolución textual posee un registro utópico que se revela en el diseño y generación de un espacio, sea este llamado reino, imperio, caverna, terrestre o submarino, limitado o ilimitado, oceánico, transoceánico o sideral, que implica su habitación (localización), pero también un registro ucrónico: su temporalidad, su atravesamiento (la travesía), su diagramatización (el mapa), las transiciones (el interregno), la aventura de recorrido (los pasajes, los entrelazados), las circulaciones (la errancia, la trashumancia), los desvíos (la ruptura, el naufragio), y posteriormente el asentamiento territorial o continental (la isla, el archipiélago, islote).
El viaje es un tema recurrente por aquel entonces. También es habitual la inclusión de textos y autores del Romanticismo alemán, lo que demuestra una voluntad de expandir la teoría más allá del límite del formalismo ruso, que igualmente reaparece.
El último programa presentado por Nicolás Rosa, y que no llegó a dar completo, merece cierta atención. El eje es el vínculo entre la ciencia y la literatura, en particular el problema de si se puede relacionar la epistemología con la episteme literaria. Se invita a leer a Darwin, Holmberg y Lynch (El inglés de los güesos). La ciencia continuará en varios de los programas cuando la cátedra quede a cargo de Miguel Vitagliano. El cruce entre ciencia y realismo social, tal como era practicado en las primeras décadas del siglo XX, es una constante. En especial, 2011-2014 tendrá esta impronta muy marcada.
El programa de 2008 se titula “La novela y la ciudad: un acercamiento desde la teoría literaria”, y propone pensar esta relación no solo a partir de la representación de ciudades ya existentes en obras literarias, sino también de la conformación de ciudades reales a partir de lecturas previas (“Una ciudad, en definitiva, se construye a partir de las ciudades que se han leído”, explica la fundamentación). Entre los autores más recientes que se proponen para abordar este problema se menciona a Benedict Anderson, Franco Moretti y David Frisby. Entre la literatura estudiada encontramos el Adán Buenosayres, Recuerdos de Provincia, Facundo y textos de Victor Hugo y Baudelaire. La cátedra alude directamente a su tradición refiriéndose a la forma de lectura y escritura promulgadas por Nicolás Rosa: “el énfasis en la lectura universal, en la crítica comparada, y la escritura y el discurso en lo particular”.
En 2015 se manifiesta un deseo de actualización. Sin tener un eje muy claro, la fundamentación declara que:
Como es habitual en los cursos de la cátedra, se propondrán a la discusión algunos textos de teóricos clásicos (desde Lévi-Strauss a Huizinga, pero también Fischer) junto con otros más vinculados a la crítica contemporánea (Lacoue-Labarthe y Nancy, Rancière, Groys, Ludmer, Ginzburg, Jameson, Eagleton, Han, Byung-Chul, etc.).
En la puesta al día literaria se lee una selección de César Aira, Sergio Chejfec, Aníbal Jarkowski (El trabajo) y Gabriela Massuh (La intemperie). La última unidad vuelve sobre el concepto ludmeriano de posautonomía, una referencia inevitable que también encontrábamos en varios programas de Teoría Literaria II.
Llegamos finalmente al presente. El programa de 2019, que es el mismo que se está dictando en 2022. En comparación con otros previos, su estructura resulta notablemente más manifiesta: un recorrido por la obra de seis autores fundamentales de la crítica argentina del siglo XX. Se plasma con claridad la voluntad de la cátedra de centrarse en un corpus argentino, aunque aparezcan textos en la bibliografía obligatoria de autores internacionales que sirven para entablar un diálogo (por ejemplo, el ensayo de Barthes “¿Historia o crítica?” convive y comparte unidad con David Viñas). La cuarta sección, dedicada a Nicolás Rosa, vuelve sobre la historia de la cátedra: “De la lingüística y la semiótica al psicoanálisis y desde la antropología estructural al novelar del folletín”. La sexta unidad (sobre Ludmer) llega hasta 2010 con la publicación de Aquí América Latina. La bibliografía propone cruces con Foucault.
Consultamos a Miguel Vitagliano sobre cómo se llegó a la formulación de este programa en el contexto de las últimas décadas. [4] Cerramos este apartado con sus palabras:
Desde la conformación de Teoría Literaria III Nicolás Rosa había hecho hincapié en la importancia de enfocar nuestras investigaciones en la crítica argentina. Los primeros programas de los cursos que dictamos contemplaron esa tendencia en un sentido específico, ateniéndonos a la crítica del XIX, sobre todo en Juan María Gutiérrez y Martín García Merou, y en el caso del siglo XX desde Ricardo Rojas a la generación de Contorno. Ese trabajo marcó buena parte de lo que investigamos durante la década del 90 y que reunimos en dos volúmenes colectivos, Políticas de la crítica. Historia de la crítica literaria en Argentina (Biblos, 1999) e Historia del ensayo argentino. Intervenciones, coaliciones, interferencias (Alianza, 2003). Posteriormente los temas de investigación y de nuestros programas fueron virando hacia otras preocupaciones –la crítica y las ciencias, el naturalismo y el realismo–, aunque siempre mantuvimos la preocupación por lo argentino; en 2014 publicamos En torno a Boedo. Políticas del realismo.
A lo largo de estas tres décadas no solo han cambiado los tiempos del país y de cada uno de nosotros, sino también el lugar que ocupa la crítica, la teoría y también la literatura en la discursividad social y en la universidad. En medio de la efervescencia de las teorías en los 80 y los primeros 90, fue relevante abordar la particularidad de la crítica argentina, incluso, si se me permite, como un gesto de política de la crítica. Hoy en día la situación es muy distinta en ese aspecto, los discursos de la teoría atraviesan los programas de las cátedras de Literatura –¡algo que deseábamos en los 80 y los 90!– y contamos con una mayor cantidad de seminarios de Teoría y nuevas cátedras que abordan problemáticas específicas. Podríamos decir que la teoría y la crítica han logrado lo que buscábamos varias décadas atrás, aun cuando el cumplimiento de ese objetivo tienda por momentos a invisibilizarla. No es casual que hoy se suela hablar de “estudios literarios” donde en otras oportunidades hablaríamos de teoría y crítica literaria. Fue asumiendo el recorrido de esas transformaciones que consideramos relevante, en estos últimos años, retomar ciertas líneas del comienzo: enfocarnos específicamente en la crítica argentina. Sistematizar las lecturas de críticas y críticos que en las cátedras de Literatura, por ejemplo, suelen leerse dentro del conjunto de la bibliografía. Pero, desde luego, construir el corpus de nuestro trabajo a partir del punto donde lo interrumpimos en otro momento. Por eso estamos trabajando con la crítica a partir de los años 50 y 60: Ana María Barrenechea, David Viñas, Noé Jitrik, Nicolás Rosa, Beatriz Sarlo y Josefina Ludmer. Por supuesto que en los próximos cursos iremos cambiando el corpus, y el eje que los recorra.
Hasta aquí nuestro fugaz, casi antojadizo, acercamiento. Lo realmente importante, lo encuentran más abajo: todos los programas, como es usual, puestos a su disposición para lecturas más sesudas.
One day, when the tonguing is done
we’ll take our leave and go
Nathan Evans, Wellerman (Sea Shanty)
El período 2000-2019 implicó numerosos cambios para la carrera y la Facultad. Las estructuras de cátedra se estabilizaron, se concursaron cargos de profesores y auxiliares, y a partir de 2015 se inició una discusión (todavía en curso al momento de la publicación de este artículo) sobre la reforma del plan de estudios de 1985. Para este debate se convocó a las cátedras de teoría literaria con el objetivo de que propusieran un esquema de contenidos mínimos que permitiera identificar cada asignatura. Teoría III, como vimos, se inclinó más hacia la producción teórica argentina, mientras que Teoría II continuó con una impronta ligada al problema de la experiencia y la subjetividad, por un lado, y a las tensiones sociales y políticas que atraviesan los estudios literarios, por el otro.
No deja de ser curioso que casi ninguno de los programas de estos años plantee ejes o unidades que tengan como títulos problemas específicamente literarios. ¿Sería posible imaginar un programa de las teorías avanzadas cuyo eje sea, por ejemplo, el narrador, la metáfora, el personaje o los géneros literarios? Por supuesto, pero iría un poco en contra de nuestra tradición teórica. El último programa de Teoría II al momento de publicar este artículo, dictado el primer cuatrimestre de 2022, dedica la primera unidad al problema sobre la especificidad de lo literario. Lo hace aludiendo a Ludmer y sus reflexiones tardías sobre la autonomía.
La cantidad de seminarios de teoría literaria que se ofrecieron en estos veinte años es apabullante. La ampliación de las convocatorias posibilitó que muchos graduados que no tienen un cargo en la carrera pudieran acercar sus puntos de vista y sus investigaciones, y que también muchos auxiliares lo hicieran. En paralelo, la creación de la Maestría en Estudios Literarios y la Maestría en Literaturas en Lenguas Extranjeras y en Literaturas Comparadas abrió nuevos espacios de reflexión sobre estos temas.
El fallecimiento de Nicolás Rosa en 2006 y las posteriores jubilaciones de Adriana Rodríguez Pérsico, Jorge Panesi, Nora Domínguez y Ana María Zubieta, escenifican un salto generacional. Sin embargo, como evidencia la entrevista a Martín Kohan que acompaña este número de la revista, la influencia de Josefina Ludmer continúa siendo igual de importante.
Así cerramos este acercamiento histórico y archivístico a los programas vinculados directamente con la teoría literaria en la Universidad de Buenos Aires, desde su origen hasta la reciente pandemia. Agradecemos especialmente a Gustavo Fernández Riva y María José Migliore quienes fueron parte indispensable del trayecto. El primer tramo concluye y se deben soltar las amarras. A lo lejos creemos ver el ahora y una posibilidad esperanzadora de pasar de la isla al continente.
Mille tonnerres!... Les chiffres et les signes se complètent!... Et cela nous donne… une latitude et une longitude!
Les aventures de Tintin. Le secret de la licorne
We must go on, because we can’t turn back
Treasure Island
Teoría Literaria II
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[1] En esta línea, los diálogos con Annick Louis y con tres investigadoras del área de teoría en 2020 se suman a las entrevistas que hicimos para las entregas anteriores a Silvia Delfino, Nora Domínguez, Jorge Panesi, Adriana Rodríguez Pérsico, Miguel Vitagliano y Ana María Zubieta.
[2] Actualmente el equipo está compuesto también por María Cristina Ares, Pablo Debussy, Marcelo Gómez, Carolina Grenoville, Adriana Imperatore y Alicia Montes.
[3] En 2017 tuvieron lugar las I Jornadas Internacionales Cuerpo y violencia en la literatura y en las artes visuales contemporáneas (ver programa), organizadas por la cátedra de Teoría Literaria II, y en 2019 se realizó la segunda edición (ver programa).
[4] Actualmente el equipo está compuesto también por Laura Estrín, Victoria García, Pablo Luzuriaga, Andrés Monteagudo, Emiliano Scaticaciottoli y Ximena Vergara.