Año III

Editorial

por Revista Luthor

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Ocho números han pasado desde nuestro primer editorial: podemos darnos el lujo de una primera mirada retrospectiva y, al mismo tiempo, reafirmar algunos de los aspectos que más nos interesa desarrollar en el futuro.

Como algunos de ustedes seguramente saben, durante el año 2011 la publicación de esta revista no fue la única actividad que desarrollamos como grupo. Durante el primer cuatrimestre dictamos un curso de extensión en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA llamado “Métodos y perspectivas para el análisis formal de los relatos” en el que trabajamos una serie de autores ligados a la narratología, y durante todo el año trabajamos sobre un “PRI” (Proyecto de Reconocimiento Institucional) titulado “Meta-teoría literaria: un enfoque comparativo”. Además, presentamos ponencias en el 7mo Encuentro de Estudiantes de Letras (ENEL) realizado en Mendoza. Estas tres actividades componen otras caras de las mismas preocupaciones teóricas y metodológicas que discutimos más abiertamente en esta publicación: artículos publicados en diferentes números encontraron su origen en discusiones del PRI, textos producidos para la revista fueron utilizados en el curso, etc.

Si bien en el 2012 planeamos continuar con estas actividades, la revista continúa siendo nuestro medio principal de interacción con el exterior. Cuando en Septiembre del 2010 salió el primer número, la propuesta central era generar un espacio de reflexión concentrado en la teoría literaria que se diferenciara tanto de las publicaciones virtuales leídas habitualmente en el ámbito universitario como El Interpretador o No Retornable (entre otras) como de las publicaciones más estrictamente académicas como Orbis Tertius. En el 2011 aparecieron otras revistas con énfasis en aspectos teóricos, como Badebec, publicada por el grupo de teoría literaria de la Universidad Nacional de Rosario, y este mismo mes apareció el primer número de la revista del Departamento de Letras de la UBA, Ex libris.

Luego de 8 números publicados, quizás corresponde repensar en qué aspectos nos interesa diferenciarnos de publicaciones como las mencionadas. Algunas cuestiones resultan obvias: Luthor es bimestral, con lo que sale con más periodicidad que cualquiera de esas revistas, aunque con una cantidad bastante menor de artículos (entre cuatro y seis por número). De esta forma, intentamos aprovechar mejor las posibilidades del formato web y mantener un cierto nivel de actualización mayor al que puede encontrarse en las revistas anuales que acumulan trabajos monográficos más pensados para ser publicados que para ser efectivamente leídos.

Otros aspectos, pese a su mayor relevancia, exigen cierta atención a detalles que quizás no siempre resultan evidentes para el lector en todos los artículos publicados. Para empezar, el grupo de editores de Luthor es efectivamente un grupo de investigación, que si bien está “reconocido institucionalmente” (el mencionado PRI) es totalmente independiente de cualquier cátedra o UBACyT. Esta forma de trabajo implica que si bien siempre hay perspectivas individuales internas privilegiamos, como grupo, algunas líneas de trabajo por sobre otras, y que pretendemos que esto aparezca reflejado tanto en la revista como en el resto de nuestras actividades. No nos interesa, en cambio, presentar una mera compilación de artículos monográficos desconectados entre sí como las que abundan en revistas académicas de todo el mundo, sino mantener un espacio de verdadero discusión sobre un eje (si bien amplio y dado a puntos de vistas bastante diversos) definido. Pero, por otra parte, tampoco nos interesó jamás cubrir la totalidad de la producción cultural “independiente” en ninguno de sus ámbitos, hacer listas de autores que deberían ser leídos o evitados, ni polemizar directamente con las valoraciones diarias del ámbito de la crítica periodística.

Por el contrario, nos interesa la posibilidad de desarrollar, afinar, cuestionar y producir herramientas teóricas que nos permitan desautomatizar nuestro trabajo con los textos y prescindir de los lugares comunes más habituales de cierto postestructuralismo fatigado y/o cierto posmodernismo banal. En ese sentido hemos trabajado en nuestros artículos sobre perspectivas históricas, arquetípicas, semánticas, narratológicas y hermenéuticas (entre otras) que, consideramos, vale la pena revisar en el contexto actual, con la atención puesta en aspectos metodológicos y sus fundamentos epistemológicos. Si bien tenemos el mayor de los respetos por la discusión filosófica (¿es lo Real en Hegel equivalente a lo Real en Lacan y a algún concepto de Derrida o Laclau?), usualmente privilegiamos una suerte de empirismo que no se despega de las preocupaciones más inmediatas a la hora de generar sentido a partir de un texto, por sobre la prácitca habitual de obviar este aspecto para salir con puentes precarios a otros terrenos.

Otro aspecto a destacar es que en estos ocho números hemos trabajado (y seguiremos trabajando) abundantemente con materiales pertenecientes a zonas que las revistas académicas clásicas tienden a dejar de lado, como comics, letras de música popular, videojuegos o fantasy. No se trata de tomar irreflexivamente estos objetos de análisis por cuestiones de moda o de pseudo-rebeldía contra la cultura elevada, sino de intentar ampliar el horizonte de nuestras preocupaciones añadiendo fenómenos recientes sin dejar de lado los más tradicionales, incluso tratando de pensar su relación recíproca desde una perspectiva que esquive la automatización de alabar o condenar algo ya sea tanto por considerarlo "arte" como por considerarlo "popular" o "masivo". Sea cual fuere la práctica cultural objeto de nuestra investigación lo que intentamos poner en primer plano es la reflexión crítica sobre la posibilidad de ese análisis."

A su vez, y a diferencia de lo que sucede a menudo con los grupos de investigación y cátedras relacionadas con la teoría literaria en la Argentina, no privilegiamos la literatura nacional como objeto de estudio. Frente a la actitud facilista de entender la teoría como una serie de dispositivos, recursos y postulados formulados en Europa o (más raramente) Estados Unidos capaces de producir monografías, papers y tesis al ser aplicados a Saer o a Arlt, preferimos encarar las cuestiones teóricas directamente. No se trata tampoco de producir una teoría “argentina” en el sentido telúrico del término, sino de una descolonización invertida: deshacernos de cualquier imperativo nacionalista para trabajar con la teoría desde un lugar crítico y productivo, en pos de un trabajo sobre el método que tenga en cuenta las particularidades de nuestro contexto y de nuestra formación. Somos conscientes de que escribir teoría literaria en español implica el riesgo de quedarse atrapado en la cárcel de lo local, pero sin embargo creemos que la simple resignación a esta situación recibida es una solución cobarde.

Para trabajar con todos estos elementos no proponemos un estilo único de pensamiento o de escritura. En general, hemos intentado tender puentes entre lo académico (ya que después de todo la teoría literaria es una disciplina académica) y lo ensayístico. Muchos de los artículos presentados no apuntan necesariamente al desarrollo y argumentación definida desde el primer párrafo (“el objetivo de este artículo es...”) sino a pensar con mayor libertad los problemas implicados en la producción teórica y a testear sus límites y sus implicaciones en el recorrido de la escritura. Este mismo enfoque proponemos para las reseñas, un género que ciertamente abunda en las revistas académicas más profesionales, pero que en nuestro caso intentamos pensar siempre en relación a cuestiones teóricas de mayor alcance y no limitarse solamente a un resumen prolijo.

En los ocho números publicados, las colaboraciones externas no han sido demasiado abundantes. Basta con mirar rápidamente el Archivo de la revista para notar la repetición de los nombres del grupo editor. Uno de nuestros objetivos para el 2012 es aumentar la proporción de colaboraciones, por lo que junto con este número lanzamos un call for papers oficial. No es nuestra intención que las colaboraciones se adapten a las perspectivas teóricas, estilos y prejuicios de los editores como si se tratara de un molde de hierro. Nuestro interés mayor es simplemente que mantengan un eje teórico (aun si se trata de un análisis de un fenómeno cultural concreto) y/o metodológico abierto a la discusión. Con “abierto a la discusión” entendemos sobre todo una cierta claridad que permita distinguir los lineamientos utilizados y que no intente ocultarlos tras una verborragia metaforizante o (aun peor) darlos por sobreentendidos automáticamente. Tal como aclaramos en el apartado “Pautas para la publicación”, nuestro método habitual consiste en enviar una devolución bastante detallada del artículo enviado en donde expresamos nuestras ideas sobre el texto, con el propósito de que el autor, si sigue interesado en publicar, se haga cargo de estas posturas, aceptándolas o rechazándolas mediante argumentos, según sus propias consideraciones. Si bien somos conscientes de que esto exige un trabajo adicional de re-escritura (cuyo grado puede variar sensiblemente), consideramos que es la única forma de mantener la revista como un espacio de diálogo y reflexión y no sólo de acumulación. Por lo demás, la lectura crítica y la reescritura son prácticas que sostenemos también con nuestros artículos, sin excepción.

Alguien podría preguntarse entonces, ¿por qué semejante esfuerzo para publicar en una revista que no tiene todavía un prestigio académico capaz de engrosar sensiblemente el CV? Solamente podemos empezar a responder esa pregunta desde la utopía: la posibilidad de aspirar a un espacio de producción del conocimiento que tenga sentido por sí mismo, más allá de la aprobación de una materia, de la obtención de una beca o cargo o de la acumulación de puntos para terminar el doctorado. Esta revista sólo puede mantener su derecho a existir en tanto algo de esta utopía se mantenga en pie, aun rodeada por el cinismo o el nihilismo en el que todos eventualmente caemos. Aunque sólo sea para levantarnos una vez más, como Lex Luthor luego de cada derrota en manos de su némesis.