133). Para complicar las cosas, hay registro de un método de composición
atento a otra variable, la de la cadencia:
Mi método de trabajo consiste en pensar un párrafo, descomponerlo en frases y,
luego, repitiéndolas en voz alta para percibir las cadencias que les he impuesto,
corregirlas para que tengan una adecuada sonoridad, pensando cómo le van a
resultar al lector [...]. A veces trato de establecer una prolongada melodía. Como
la melodía central de una composición armónica. Otras veces, no, pero siempre
me esmero para que las frases y las oraciones tengan una construcción armónica,
y, si es posible, con cadencia (Di Benedetto en Halperín 1985).
Esta cita puede zanjar la cuestión aquí presente. Así, circunstancias de
producción escritural o de composición podrían explicar la
antinaturalidad sintáctica que aparece en frases como las siguientes: “Al
abandonar mi despacho, prescindí de ese espectáculo siempre deseable
de otra embarcación grande y procelosamente viajera, en el puerto”
(2000, p. 18), “Me sentía valeroso e inmensamente dispuesto a amar, esa
noche” (p. 22), donde aspectos circunstanciales como el lugar “puerto” o
el tiempo (esa noche) quedan en un lugar periférico, incómodo en
términos sintácticos. No obstante, podemos encontrar otras
causalidades, especialmente si atendemos aquí al autor quien, alguna
vez, celebró que la crítica encontrara caminos inéditos para explicar su
obra. Como dijimos, más de la primera mitad de Zama está escrita con
largos períodos y frases complejas, mientras que la última lo está con
frases cortas y elípticas. Las obligaciones laborales de di Benedetto le
exigieron rapidez y una narración escueta y directa. Sin embargo,
estudios posteriores de la novela han llegado a la conclusión de que la
tercera parte “está escrita como tenía que estarlo, que su agilidad, los
episodios cortos y las frases sin expansiones convienen idealmente a su
relato de aventura y acción, por más que tenga intensidad y sentido
simbólico” (Di Benedetto en Néspolo 2003: 133).