Babel
De TLtropes
Una forma sutil de afirmar la propia competencia sobre los textos sobre los que se argumenta radica en citarlos en su lengua original. De hecho, salvo por contadísimas excepciones (¿quién, fuera de algunos traductores casi aficionados, lee en ruso fuera de Rusia?), conocer en profundidad la lengua original del objeto de estudio es condición sine qua non de cualquier estudio para pasar el filtro de la pretensión de seriedad. Para los arquitectos de la crítica de Babel, esta afirmación de competencia se multiplica exponencialmente por la cantidad de lenguas citadas en sus libros, y así salpimentan aquí y allá con una cita en latín, otra en griego clásico, otra en francés, otra en castellano, otra en alemán, otra en florentino del siglo XIII, otra en lengua de oc, otra en sueco, y para cerrar tres versos en esloveno. Es, por supuesto, un recurso muy caro al canon dominatrix.
Resulta especialmente notable cuando las abundantes y políglotas citas no vienen acompañadas por traducciones ad hoc.
Ejemplos:
E. Auerbach en Mimesis, Panofsky (por ejemplo en Idea no hay traducción de los extensos fragmentos latinos y griegos citados)