Planta de Ford
De TLtropes
Hay algunas almas afortunadas que combinan dos características: una gran productividad y una escasa autocrítica. En el mundo de la canción, Andrés Calamaro es un buen ejemplo. Con estas dos cualidades, nada les impide volcar su inmenso caudal de inspiraciones en un igualmente inmenso caudal de obras, sin preocuparse por su calidad fluctuante.
Esta misma lógica se aplica a todas las áreas de la producción humana, y ciertamente no es infrecuente en ámbitos académicos, a menudo como una forma hiperbólica de responder al mandato de Publish or Perish. Alcanzado un cierto nivel de conocimiento sobre una serie de temas medianamente interrelacionados entre sí, y adquirida la habilidad de establecer dos o tres relaciones mínimas entre conceptos bien engrasados por el aceite primordial de la Reina Retórica y teniendo algún Concepto Cif a mano que ayude a rellenar los agujeros, los papers, ponencias, libros o artículos salen como por un tubo.
Quien quiere luego acercarse a estas producciones seriales descubre a menudo que están llenas de escenas del capítulo anterior, material para caridad y jamón y ricota. Suele ser conveniente esperar algunos siglos (2 como mínimo) para que la industria editorial decida qué textos vale la pena seguir reimprimiendo y cuales cumplían funciones estrictamente burocráticas y curriculares.
Ejemplos:
En tiempos remotos, San Agustín. Un poco menos remotos, Santo Tomás de Aquino. En la primera modernidad, Erasmo de Rotterdam. Actualmente, Roger Chartier, Daniel Link.