De TLtropes

Después de la modernidad, la originalidad devino un valor eternamente en alza, ya sea que se trata de diseñar una nueva tostadora eléctrica o de dar una definición de qué es la imaginación. Por eso, una de las formas más cool de mostrarse como un teórico superado es la de mencionar, no sin una o dos observaciones despectivas, que eso por lo que X se hizo famoso ya lo había dicho antes algún gran nombre (preferentemente perteneciente al ámbito de la filosofía, Hegel es un gran favorito), y todo el trabajo de X no es sino una mala glosa conservadora de ese trabajo, que esconde mal sus fuentes abajo de la alfombra.

Es frecuente usarlo también como una forma de Dios bendiga mi país, si se sostiene que el grosísimo y visionario X es compatriota del crítico en cuestión.

Ejemplos:

Rancière sobre Blanchot. J. Blanco sobre Nicolás Rosa en relación a Zizek.