Don José de Castilla y Aragón

De TLtropes

"...es la razón que explica por qué España es un país de un cierto nivel alto de prosperidad, a la vez que es un país mediocre. Su literatura no era conciente de eso. Se comportaba com si hubiera nacido en Estados Unidos, o en Inglaterra, o en Francia. Su literatura pertenecía a las sociedades en combustión, en ebullición, no a sociedades conspirativas, grises, acabadas, llenas de instituciones, pero no de vida, llenas de oficialidad, pero no de inteligencia crítica" - De la novela España de M. Vilas


Ah, la vieja Hispania! ¿Quién puede competir con el donaire de sus mozas, con la gallardía de sus caballeros, con sus sabores mediterráneos y su religiosidad profunda? Nadie ignora que el Cid le hubiera ganado a Roland en combate con tanta facilidad como Nadal a Federer en Roland Garrós.

El humanista ibérico sabe que por las armas de sus hidalgos y por las plumas de sus letrados, la cultura española poco tiene que envidiarle a la de sus vecinos europeos. Al igual que el resto, tuvo sus glorias y decadencias, su imperio y su multiculturalismo, su socialismo fracasado y su monarquía borbónica. Pero... hay algo que no tuvo, ni tiene, ni posiblemente vaya a tener en las próximas centurias: ideas.

La relación entre la lengua española y la especulación filosófica es menos fértil que la unión entre un gato y una tortuga acuática, al menos dentro de la península. Ciertamente, la inquisición y el franquismo no han sido una ayuda en este sentido. Salvo por excepciones de segunda línea, el humanista ibérico se ve forzado a optar entre dos opciones: o aplicar modelos foráneos, cosa que desagrada a su orgullo nacionalista, o -lo más frecuente- sostener que no se necesita ninguna idea para pensar o analizar un fenómeno cultural. ¿No es el realismo una característica natural de las letras hispánicas acaso?. La teoría literaria y sus conceptos afrancesados y la hermenéutica nacida del luteranismo hereje nada pueden aportarle a la recia virilidad de una buena lectura basada en la superposición de lugares comunes y erudición filológico-histórica. Y de eso, hay para tirar al techo.


Ejemplos

Menéndez Pidal, Menéndez Pelayo, Alberto Montaner.